lunes, 19 de julio de 2010

Agnus Moontown

¡ Merlín y sus apestosos calcetines!¿Por qué Runas Antiguas tenía que ser tan condenadamente aburrida?

Me encontraba sentada en la penúltima fila de la clase que compartía con algunos alumnos de Hufflepuf. Mi cabeza se hallaba apoyada en mi mano mientras pintarrajeaba mi ejemplar de “Runas Antiguas: simbología especializada para rango superior de estudios académicos”.Escuchaba vagamente las palabras de la profesora Mouri, una bruja cuarentona sumamente aburrida; aquella clase a veces se me hacía un poco difícil, ya fuese por el grado de dificultad –que también incluía aburrimiento- de la asignatura, o por que era la única Gryffindor que cursaba aquella clase ese año.

No es que me llevase mal con los Hufflepufs, al contrario, me caían bastante bien, pero no lograba entender como algunos de ellos –mi mirada se dirigió discretamente hacía Juliet Truscot- habían llegado hasta donde estábamos, es decir, al séptimo y último curso.

La verdad es que debía aprobar aquella asignatura, y con más de un aceptable, si quería llegar a conseguir el único trabajo que me había interesado hasta el momento: un buen puesto en el Departamento Desilusionador de Hechizos del Ministerio de Magia. Quizás, algún día, cuando hubiese conseguido mi sueño laboral y un buen salario abundante en galeones, podría plantearme formar una familia…

-¡Señorita Michiggan!-exclamó la profesora Mouri sacándome de mis pensamientos-¡Haga el favor de seguir con la lectura!

¡Por la voz de Celestina Warbeck! ¡Me iba a pillar! Nerviosa, y aprovechando que la profesora se dio la vuelta para apuntar palabras que para mi carecían de sentido en la pizarra, comencé a par páginas a toda velocidad, sin hallar ninguna palabra que me indicará por donde íbamos.

-¡Oye!-susurró una voz a mis espaldas, al darme la vuelta, vi que era un chico bastante mono el que había llamado mi atención. Este miró a Mouri, que seguía en la particular burbuja que compartía con la pizarra, y musitó en voz baja:

-¡Página trescientos veintiséis, párrafo uno!

-¡Señorita Michiggan, sus compañeros de clase y yo, aún estamos esperando, como verá no tenemos toda la mañana!-graznó Mouri de vuelta al mundo real.

-¡Perdón señorita!-me aclaré la voz para comenzar la lectura-“La antigua práctica de utilizar runas…[···]

(* * *)

-Gracias-musité al Hufflepuff cuando finalizó la clase, justo en la puerta de la misma.

-De nada-dijo mientras mostraba una blanca y perfecta sonrisa- Soy Agnus Moontown, creo que estos siete años..nos habremos visto dos veces.

Sonreí.

-Encantada, yo soy Philipa, pero llámame Phill; y es verdad, no creo que nos hallamos visto demasiado…¡Un momento! Tu eres el chico que volvió su lechuza azul cuando estábamos en segundo!

Agnus sonrió.

-Veo que todavía hay gente que se acuerda de eso. Bleu todavía no me ha perdonado por volverla azul-dijo antes de echarse a reír como un loco.

Me quedé mirándole un tanto anonada…parecía un bicho raro. Este siguió riendo como si un ejercito de pluma mágicas se hubieran puesto de acuerdo en hacerle cosquillas. Alos pocos instantes, el ejercito pareció dar una tregua, y Moontown dejó de reírse. Pareció comprobar que no había pillado el chiste.

-¿No lo pillas?-negué con la cabeza lentamente- “Bleu” es azul en francés y yo la teñí de azul..-soltó otra carcajada, pero se cortó antes de tiempo al ver que yo seguía manteniendo mi postura escéptica-¡Mierda!¡Soy una auténtico desastre haciendo reír a una chica!-gruñó, yo no hice el más mínimo esfuerzo por negarlo, o lo que era lo mismo, mentirle, así que le dirigí una simple sonrisa a modo de apoyo moral.

-¿Te he hecho sentir un poco incómoda verdad?-inquirió entrecerrando los ojos, como si temiera que mi respuesta lo dejará ciego de por vida.

Suspiré débilmente, era una palabra que se quedaba algo corta, pero aún así le mostré otra sonrisa y me encogí de hombros.

-Si quieres la verdad…-musité lentamente-..te convendría dejar tus “chistes” a un lado cuando hables con una chica.

El chasqueó la lengua, ahora era él el que estaba incómodo.

-Tengo que recompensarte-soltó de repente.

-¿Recompensarme el qué? Si solo es un chiste estúpido-dije, y automáticamente me tapé la boca con la mano, avergonzada de lo que acababa de decir.

Él se miró los pies, y para mis sorpresa ,mostró una sonrisa y me señaló con el dedo mientras levantaba la mirada.

-Yo..Yo lo siento-dije todavía muerta de vergüenza.

-No pasa nada-respondió Agnus quitándole importancia-Además, a modo de disculpa aceptaré tu aceptación en una oferta…-mi mente comenzó a cavilar las posibles opciones que tenía para salir de aquella enredadera-...¿te gustaría venir conmigo a Hogsmade el próximo viernes?

Su petición me sorprendió un poco, el era un buen alumno, pero tenía problemas en la única asignatura en la que yo destacaba: Encantamientos. Flitwick había mandado un trabajo para todo el curso, y supuse que me pediría ayuda; aunque en el fondo ya sabía que pediría algo así.

-Yo..Bueno, si claro. ¿Por qué no?,¿te parece a las cinco, justo después de terminar la última clase, en la verja de colegio?

-¡Por supuesto!

-Entonces nos vemos-me despedí con una tímida sonrisa y me paseé lentamente camino de el aula de Pociones.

Las clases de Slughron no habían cambiado demasiado en los dos primeros meses de curso, aunque este repetía, al igual que el resto de profesores, que nos fuésemos preparando para los temidos exámenes, a los que James había bautizado como “monstruos de final de curso”.

Al llegar, me senté en el pupitre que siempre compartíamos Natalia y yo. Pero para mi enfado, el pesado de Black intentó ocupar su lugar.

-¡Fuera de aquí!¡Este sitio está ocupado!

-¿Ah, si? Pues no lo parece-dijo mientras señalaba la inexistente presencia de alguien en la silla que tenía a mi vera.

-¡Estúpido!¡Sabes que Nat va aquí los miércoles!-exclamé.

-Natalia no viene hoy, esta por ahí con Nicholas-explicó mientras yo maldecía mil y una veces a alguien en concreto.

-¡Chicos, todos a sus asientos! Hoy daremos teoría, y mañana, ¡prácticas!

Sin previo aviso, noté una respiración en mi cuello y los vellos de la nuca se me erizaron.

-Lo siento Phillis, las normas de las clases imponen que uno nunca ,jamás, se cambia de sitio de curso durante el transcurso de la clase.

La pregunta era…¿cuándo demonios había hecho él caso de las normas?

-¡Que pena! Soportaré la horrible tentación que supone estar a tu lado y no echarme encima tuya durante una hora entera-respondí teatralmente-¡No se si podré contenerme!

-¡Sip!-afirmó él-Pero también tendrás que soportar mis caricias, y, créeme ,nadie a logrado la estupidez de no sucumbir a ellas-respondió mientras acariciaba suavemente mi cuello con las yemas de sus ásperos dedos.

-Te recuerdo que ya te rompí la nariz una vez Black-susurré fríamente, apartándome unos centímetros de él con varios movimientos de silla.

-Vaya, vaya, vaya..Phillipa Michiggan ahora no solo pega a pobres almas inocentes, sino que también las amenaza…te estás convirtiendo en una “chica mala”

-Na,na,na,na…-canturreé imitándole como una niña pequeña.

-¡Señorita Michiggan!¡Guarde silencio por favor!-me regaño Slughorn-¡No me gustaría quitarle puntos a su casa por cantar en mi clase!

Fulminé a Black con la mirada mientras este intentaba no desternillarse de risa. Maldito Slughorn por dejarme en ridículo y maldito Black por reírse. Este último se me acercó, y me susurró entre leves carcajadas contenidas:

-¿Ves?, ahora me cae un pelín mejor el viejo Sluggy.

Imbécil, sin lugar a dudas, Sirius Black era un auténtico imbécil.

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